EXPERIENCIA DE VERANO EN SAN MIGUEL DE CAURI
En
nuestra formación para la vida misionera realizamos muchas actividades, que nos
apoyan a crecer sobre todo en el campo de la misión. Una de ellas es la
experiencia misionera que realizamos cada año durante los meses de enero y
febrero cuando estamos de vacaciones, ya
sea en la sierra o en la selva. Se trata de un espacio en el que se nos invita
a poner en práctica lo que hemos aprendido y entre pocos años estaremos
viviendo en la misión, ya sea en el aspecto personal o comunitario, espiritual
o intelectual, pastoral o laboral por los múltiples servicios que podemos
ofrecer, como el Señor nos dice que la mies es mucha y los obreros pocos.
Este
año como el año pasado, me tocó a ir a una misión de la sierra. Se trata del
distrito de San Miguel de Cauri, provincia de Lauricocha, departamento de
Huánuco. Me fui con Margarito de las Filipinas. Fuimos con tanta alegría y bien
preparados para compartir nuestra fe con la gente de Cauri. Para llegar a Cauri,
uno tiene que hacer un largo viaje. Salimos de Lima el 7/1/2013 rumbo a Huánuco
donde tenemos nuestra parroquia. El viaje normalmente toma entre ocho y diez
horas. Tuvimos que quedar por allá dos noches, haciendo nuestras compras y
aclimatizandonos. Esto es importante porque en Lima este tiempo es verano y
donde estamos yendo es invierno.
Después
de haber comprado todo lo que necesitábamos, fuimos a Baños que es la parroquia
a la cual pertenece la capilla de San Miguel de Cauri, otro viaje de ocho
horas. Allá el párroco, el Padre Eliseo (de Togo), nos esperaba con un
almuerzo. Nos quedamos en la parroquia por tres noches y al final el Padre Lino
(de Italia) nos llevó a nuestra destinación. San Miguel de Cauri es un distrito
que fue creado el 26 de diciembre del 1940. Se encuentra cerca de los distritos
de Jesús, Jivia y Queropalca. Tiene una población de 13 mil personas
aproximadamente.
Nuestra
presencia en Cauri fue algo importante púes intentamos dar lo mejor que
teníamos, a Cristo, a quien llevamos en nuestros corazones para transmitirlo no
solo de palabras sino sobre todo en nuestras vidas y compartir diario.
Siguiendo el mandato del Señor Jesús, “Id por todo el mundo anunciando lo que
yo les he enseñado, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo…”, eso es lo que tratamos de cumplir en esta misión de verano.
Los rostros de los niños y la dedicación de algunas familias nos alientan y
aunque en muchas ocasiones hubo duras y pesadas cruces, éstas no nos intimidaron
ni nos quitaron las ganas de estar firmes y decididos. Ya lo dijo Comboni,
nuestro Santo Fundador, “todas las obras de Dios nacen y crecen al pie de la
cruz.” Todas las dificultades las llevábamos al Señor en nuestra pequeña
capilla donde estaba el santísimo.
Las
actividades que realizamos son: las visitas a los enfermos, a las familias para
invitarles a participar en la santa misa de los domingos, a las familias con
algún problema como por ejemplo la violencia domestica.
También realizamos catequesis y preparamos a los niños y también a los adultos para recibir los sacramentos específicamente el bautismo y primera comunión. Además cuando el Padre Lino que es el encargado de ésta capilla no está, realizamos la liturgia de la palabra y otros momentos de oración con la comunidad. Además de realizar estas actividades, el compartir y el estar con la gente nos enriqueció bastante, porque se trató de vivir con ellos, y sobre todo de jugar con los niños.
Teníamos tres días cada semana del 3 al 5:30 pm con los niños donde cantábamos de Dios, hacíamos preguntas con respuestas, dibujos y finalmente los diferentes juegos que teníamos. Los niños nos molestaban llamándonos a la puerta y preguntándonos la hora. Su alegría nos recordaba que Dios vive entre nosotros. En Cauri, cuando decimos que vamos a encontrarnos a las 3, los niños vienen a las 2 algo que llamó mucho mi atención porque en otros sitios donde he estado siempre vienen tarde.
Al final hubo ocho niños que recibieron el sacramento del bautismo y cuatro niños y un adulto recibieron la primera comunión. San Miguel de Cauri ha sido un lugar bonito para mi misión de verano; todos están invitados a visitar este lugar, al pie de la cordillera, porque tiene lugares muy bonitos como por ejemplo, la laguna de Lauricocha.
También realizamos catequesis y preparamos a los niños y también a los adultos para recibir los sacramentos específicamente el bautismo y primera comunión. Además cuando el Padre Lino que es el encargado de ésta capilla no está, realizamos la liturgia de la palabra y otros momentos de oración con la comunidad. Además de realizar estas actividades, el compartir y el estar con la gente nos enriqueció bastante, porque se trató de vivir con ellos, y sobre todo de jugar con los niños.
Teníamos tres días cada semana del 3 al 5:30 pm con los niños donde cantábamos de Dios, hacíamos preguntas con respuestas, dibujos y finalmente los diferentes juegos que teníamos. Los niños nos molestaban llamándonos a la puerta y preguntándonos la hora. Su alegría nos recordaba que Dios vive entre nosotros. En Cauri, cuando decimos que vamos a encontrarnos a las 3, los niños vienen a las 2 algo que llamó mucho mi atención porque en otros sitios donde he estado siempre vienen tarde.
Al final hubo ocho niños que recibieron el sacramento del bautismo y cuatro niños y un adulto recibieron la primera comunión. San Miguel de Cauri ha sido un lugar bonito para mi misión de verano; todos están invitados a visitar este lugar, al pie de la cordillera, porque tiene lugares muy bonitos como por ejemplo, la laguna de Lauricocha.
Sch.
David, mccj