Al regresar de la misión de verano, el grupo de Santa Josefina Bakhita celebró su patrona Mártir africana, doctora del perdón con toda la comunidad lleno de alegría, esperanza, fe y entusiasmo.
¿Quiénes somos?
Somos de la promoción de 2017/18
KOKU, ETABO, IDRO, MARIOSE, NSINGA, Y NZUKA.
¿Por qué Santa Josefina Bakhita?
Como madre nos acompaña y nos enseña a vivir fielmente a
nuestra vocación.
¿Quién es santa Josefina Bakhita?
Fue la suya una vida en la que se manifestó la fuerza de la gracia de Dios
en medio de enormes dificultades. El terror a que se vio sometida cuando
todavía era una niña llegó a hacerle olvidar su procedencia y hasta su propio
nombre. Se sabe que nació en el Sudán, en el África Nororiental, hacia
1869-1872. Sus padres eran oficialmente musulmanes, pero, de hecho, practicaban
la religión animista. Cuando tenía unos seis o siete años de edad fue capturada
por comerciantes de esclavos, como lo había sido tiempo antes una hermana,
mayor que ella. Metida entre la multitud de esclavos no pudo recordar cómo se
llamaba; por ironía o sarcasmo la llamaron Bakhita, que en el dialecto de sus
raptores significaba Afortunada o Dichosa.
El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
Le impusieron los nombres de Josefina, Margarita, Fortunata Bakhita. Hasta su
contacto con el cristianismo no había dado su nombre a religión alguna, pero se
dejaba llevar por el testimonio de su alma "naturalmente cristiana".
Su acercamiento a la vida cristiana lo atribuyó a una peculiar gracia de la
divina providencia, y a la intercesión de la Santísima Virgen María. Pidió
insistentemente y obtuvo ingresar en el Instituto de Hermanas Canosianas.
Finalizado el noviciado, profesó el 8 de diciembre de 1896.
Fue enviada a la casa que tenían en Schio, en la diócesis de Vicenza, y
allí se ejercitó en los oficios de cocinera, portera, sacristana y enfermera de
soldados. En todas estas ocupaciones se ponía de manifiesto su virtud egregia,
particularmente su limpieza de espíritu, plena renuncia a la propia voluntad,
humildad y caridad ferviente para con Dios y el prójimo.
Durante dos años (1933-1935), por obediencia, prestó su ayuda a las
misiones del propio instituto recorriendo las casas de la congregación en
Italia, no sin incomodidad que soportó con espíritu ecuánime. Volvió a la casa
de Schio, donde permaneció hasta el fin de su vida.
Como consecuencia de los malos tratos que había recibido, soportó muchas
enfermedades, pero tales dolencias le ayudaban a revelar sus virtudes. Llevó
siempre una vida humilde y completamente rendida a la voluntad de Dios y a la
regla que había profesado. Pobre de espíritu, misericordiosa, limpia de
corazón, pacífica, amante de la oración, devota de la Santísima Virgen. Para
todos los que la conocieron fue un fúlgido ejemplo de fidelidad al Evangelio y
a la Iglesia de Cristo.
Murió el 8 de febrero de 1947, dejando tras de sí no pequeña fama de
santidad. Los primeros pasos del proceso de beatificación y canonización se
dieron entre 1955 y 1958. Juan Pablo I mandó publicar el decreto de virtudes el
22 de septiembre de 1978. Fue beatificada por Juan Pablo II el 17 de mayo de
1992, y canonizada el 1 de octubre de 2000.
Aprender del ejemplo de Santa Josefina Bakhita
El 8 de febrero es importancia de la “sensibilización sobre la situación de las
personas que sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa
de la trata de seres humanos”. Es una tarea urgente y esencial para los
cristianos de hoy, la sensibilización sobre la situación de las personas que
sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa de la trata de
seres humanos”.
La fiesta de Santa Josefina Bakhita, patrona de las víctimas de la trata de
seres humano, “ella conoció por su
dolorosa experiencia personal la realidad de la esclavitud y sus consecuencias
violentas y humillantes. Y, sin embargo, por la gracia de Dios, llegó a
conocer la verdadera libertad y la verdadera alegría”.
“Su santidad de
vida es un llamado no solo a enfrentar con mayor determinación las formas
modernas de esclavitud, que son una herida abierta en el cuerpo de la sociedad,
una llaga en la carne de Cristo y un crimen contra la humanidad, sino también
aprender de su gran ejemplo”. Santa Josefina
Bakhita “nos enseña cómo dedicarnos a los pobres con ternura, delicadeza y
compasión”.
Virtud de la Esperanza
Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir
esperanza. Pero para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto
cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza resulta ya
casi imperceptible (casi inapreciable). El ejemplo de una santa de nuestro
tiempo puede ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez a
este Dios de la esperanza.
Por fin, fue comprada por un mercader italiano para el cónsul Calixto que volvió a Italia. Aquí, Bakhita llegó a conocer a Jesucristo, su “Señor bueno”, su “Dueño amable”, la Bondad en persona. Aquí se enteró de que este Dios la conocía, la esperaba, la quería… Y se sintió amada y respetada. En este momento tuvo esperanza, la gran esperanza: “este gran Amor me espera, por eso mi vida es bella, pase lo que pase”. Pero la esperanza que había nacido en ella, no podía guardársela para sí sola; esta esperanza debía llegar a muchos, debía llegar a todos”. Por la intercesión de Santa Josefina Bakhita y la fuerza que solo el Espíritu Santo puede dar nos de la esperanza.
NSINGA., Robert, Mccj