“… La misión también está en América”
“Si tuviera mil vidas las daría por la misión”.
Estas palabras de San Daniel Comboni, siempre me han llamado la atención desde
el momento que las leí por primer vez en la revista “New People” el año 2003, año
que nuestro fundador era canonizado. Gracias a Dios, actualmente soy parte de
esas mil vidas que alguna vez profetizó. Mi nombre es David Khayesi Ahiro y soy
Keniano. Hace cuatro años que llegué al Perú, para estudiar la teología. Y
ahora que estoy a punto de regresar a mi país, quiero compartir con ustedes lo
que he aprendido acá. Después
de vivir en el Perú todo este tiempo, puedo decir que es un país que tiene lugares
de misión. Quiero dar gracias a Dios por los momentos compartidos de la palabra
de Dios con el pueblo peruano, desde niños hasta adultos mayores, en las tres
regiones del Perú: Costa, Andes y Amazonía.
Chorrillos
Todos
los fines de semana acompañé la comunidad cristiana de San Pedro en Chorrillos.
¿Qué hago en este lugar? Nada grande. Lo que siempre realicé fue el
acompañamiento a la comunidad, tratando de animarla. Tenemos diferentes grupos
que llevan la Palabra de Dios, grupos infantiles y juveniles, como la Infancia
Misionera, que llegan a los niños. Considero que ellos son nuestra esperanza
para la Iglesia de mañana.
Los catequistas, que son jóvenes, dan mucho de su
tiempo a la Iglesia, ese compromiso siempre me llamó la atención. Son
estudiantes, tienen que trabajar para cubrir sus gastos y a pesar de ello tienen
tiempo para preparar sus temas y enseñar a los nuevos miembros de la Iglesia.
En la parroquia de la que provengo, es difícil encontrar catequistas jóvenes.
La mayoría son adultos que tienen familias. Verdaderamente siento que la misión
de llevar el Evangelio, recibido de Jesús en Mt 28,19-20, “Vayan y hagan
discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado”, es para todos. También, acá en esta comunidad chorrillana,
hay otros grupos que acompañan a la gente en el caminar de su fe católica, como
son; ayuda fraterna, pastoral de salud, pastoral familiar, entre otros grupos
más. Todos trabajan para una causa común, que es la construcción del reino de
Dios.
Sierra
He tenido la dicha de ir a los Andes dos veces. Nuestra
presencia en San Miguel de Cauri, en el departamento de Huánuco, fue algo
importante pues dimos lo mejor que teníamos, a Cristo, quien llevamos en
nuestros corazones para transmitirlo, no sólo de palabras, sino sobre todo en
nuestro compartir diario. Eso es lo que cumplimos en nuestra experiencia de misión
de verano. Los rostros de los niños y la dedicación de las familias nos
alientan. Hubo duras y pesadas cruces, pero, estas no nos intimidaron ni nos
quitaron las ganas de seguir firmes y decididos. Comboni, nos decía que “todas las obras de Dios nacen y crecen al
pie de la cruz”. Todas las dificultades las llevábamos al Señor en nuestra
pequeña capilla donde estaba el santísimo.
Nuestro trabajo pastoral se basaba, sobre todo en visitar
enfermos, familias en general, dando prioridad a las que atravesaban algún
problema o sufrían de violencia doméstica, estas visitas eran aprovechadas para
invitarlos a participar en la Santa Misa de los días domingos. Otro momento
fuerte era la catequesis, donde preparábamos a niños y adultos, para recibir
los sacramentos del Bautismo y Primera Comunión. San Miguel de Cauri ha sido un
lugar verdaderamente de misión. Invito a todos para visitar este lugar, al pie
de la cordillera y aprovechar en conocer los lugares que tiene, como por
ejemplo, la laguna de Lauricocha.
Selva
Este año, me enviaron para la experiencia de verano a
Nuestra parroquia, San Martin de Pangoa, otro lugar apropiado para realizar la
misión. En este lugar la Iglesia está en crecimiento. Falta personal. Visité un
pueblo que está ubicado a la orilla del río Ene, zona del VRAE. Para viajar a
este lugar hay que hacerlo en un bote por 14 horas. El pueblo de Tununtuari, no
tenía nada. Tuvimos que empezar desde cero.
No hay capilla, no existen grupos
organizados, ni catequistas. Nuestra tarea fue formar la comunidad cristiana y conversar
con algunas personas que pueden ser referenciales, para la creación de grupos
cristianos. De igual forma visitábamos las familias, dictábamos clases a los
niños de lunes a viernes. Las personas son cariñosas. Al final tuvimos la
bendición de celebrar dos Bautizos y una Primera Comunión. Esta es la experiencia
de misión que hablaba nuestro fundador. A veces pensamos que la misión para los
combonianos es sólo África. Eso no es verdad. La misión también está en
América.
Esco. David Khayesi Ahiro, mccj