4 de abril de 2021

El Teologado de Santa Rosa de Lima Celebra su Grand Motivo: El Misterio Pascual

 

Cada año a través de la Madre Iglesia, Dios “concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que (…) por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios” (Prefacio I de Cuaresma).

De este modo, podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: “Pues hemos sido salvados en esperanza” (Rm 8, 24).

La celebración litúrgica tiene un motivo, hay un acontecimiento original. El acontecimiento original o el motivo de la celebración es siempre Jesús, el Cristo: su encarnación, su vida, sus palabras y acciones, su entrega en la cruz, su Resurrección, su Ascensión. Todo esto decimos que es el Misterio Pascual.

Llamamos, pues, Misterio Pascual, en general, a todo lo que realizó Cristo en su vida. Sin embargo, normalmente, cuando hablamos de Misterio Pascual nos referimos a lo más básico y fundamental de toda su vida: a la entrega total en la muerte y al sí del Padre, al paso de la muerte a la vida, que es el resumen y culmen de toda la vida de Cristo. Misterio Pascual, es pues, en resumen, su muerte y resurrección.

¿Por qué llamamos a todo Misterio Pascual? Porque todo lo que realizó Jesús en su vida era ya salvífico. Anticipaba la fuerza de su Misterio Pascual. Anunciaban y preparaban aquello que El daría a la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento en la resurrección. Todo es salvífico en Cristo, puesto que Él es la salvación.

Pues bien, el Misterio Pascual como comunidad del Teologado ha sido un motivo de la celebración litúrgica de la Iglesia. Por tanto, lo que dijo y realizó Cristo es fuente, fundamento y motivo de la celebración litúrgica y hemos celebrado en las siguientes maneras:


Celebramos en comunidad

Desde lo humano, tiene un motivo, hay un acontecimiento original, algo que se ha sido vivido y ha producido alegría, algo que ha hecho bien a la persona humana: el cumpleaños del Hno. MATTEWS MWABA hoy 4 de abril de 2021 ha sido una doble alegría (el don de la vida y la resurrección) un día lleno del amor para siempre.

La celebración no sólo hace participar a una comunidad en un acontecimiento de salvación, sino que se convierte en un programa de vida. La celebración se manifiesta como un motivo de compromiso vital. Lo cual quiere decir que los cristianos vivimos lo que hemos celebrado. La salvación de Cristo no es para el momento de la celebración, sino para toda la vida.

Celebramos en un lugar


Hemos celebrado en nuestra Capilla. Nosotros también cuidamos el lugar de celebración. Además, hemos dedicado una atención especial al espacio interior, que debe servir para reunir la comunidad en un ambiente que facilite el desarrollo normal de la liturgia y de la oración personal.

Nos Toca en Nuestros Sentimientos.

Concentra la atención en la Palabra y en el Cuerpo de Cristo. Aceptamos su Palabra y comemos su Cuerpo.

Todos los elementos que allí usamos para celebrar (cantos, palabra de Dios, oraciones, mesa-altar, ambón, sede, pan, vino, etc.) nos comunican un mensaje: que Dios se acerca a nosotros y se entrega. Nos transforma. Salimos renovados, salvados, liberados, con ganas de vivir como cristianos.

La Celebración no se Puede Expresar

Externamente no pasa nada: Dios se ha acercado, se nos ha dado, pero si nos preguntan qué hemos sentido, qué hemos vivido, se nos hace difícil y complicado expresarlo en palabras. Además, cuando una celebración se razona, pierde gracia y, entonces tenemos una celebración fosilizada, muerta, manipulada. Es decir, reducida a un mensaje ideológico.

Celebrar es hacer Fiesta

Hemos hecho la Fiesta porque la resurrección de Cristo es la garantía de todas nuestras pequeñas resurrecciones o victorias sobre los fracasos, pecados y desesperanzas. Fiesta porque el Señor sigue actuando hoy y aquí; porque no nos abandona, sigue siendo el "hoy perpetuo", sigue siendo fiel a su Amor.

Fiesta porque una semana más reforzamos nuestra fraternidad, porque somos hermanos, miembros de su Cuerpo. Celebramos encontrarnos con los hermanos. Celebramos el entregar nuestros bienes para los que no tienen. Todo lo que vivimos en la Eucaristía es motivo de alegría. Por eso cantamos. Para expresar nuestra alegría, el amor de Dios. En la Eucaristía no cantamos para distraernos, para no aburrirnos.

Resumiendo

Celebrar es volver a recrear, a repetir, a compartir experiencias vividas que han sido y son significativas. Y la vida es rica en situaciones, acontecimientos, experiencias, vivencias que merecen la pena celebrarse.

Se celebra aquello de lo que se está satisfecho, orgulloso, porque ha nacido de nosotros mismos. La celebración libera horizontes, amplía la imaginación, ensancha los sentimientos, sumerge en experiencias gratuitas, de contemplación, de silencio elocuente, de comunicación no verbal.

La vida, nuestra vida de cada día, está llena de celebraciones pequeñas o grandes, de gestos rituales, de protocolos: desde el saludo más o menos formal ("celebro encontrarte, amigo") hasta el leer aquella página una y otra vez del libro que sólo tú conoces, escuchar tu música preferida, o descansar en aquel lugar de la casa que es remanso de paz y cuyos recuerdos y vivencias configuran de alguna manera tu propia identidad.

Conclusión: El hombre es celebrativo por naturaleza

La persona tiene el don, el regalo, la capacidad y la grandeza de volver sobre su acción. Es un privilegiado. No es algo adquirido por educación, pero se necesitan ojos para ver, oídos para escuchar, corazón para sentir. En definitiva, celebrar es descubrir dentro de nosotros pozos de creatividad y fecundidad.

 

NSINGA., Robert, Mccj

4 de abril de 2021

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