4 de abril de 2021

El Teologado de Santa Rosa de Lima Celebra su Grand Motivo: El Misterio Pascual

 

Cada año a través de la Madre Iglesia, Dios “concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que (…) por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser en plenitud hijos de Dios” (Prefacio I de Cuaresma).

De este modo, podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: “Pues hemos sido salvados en esperanza” (Rm 8, 24).

La celebración litúrgica tiene un motivo, hay un acontecimiento original. El acontecimiento original o el motivo de la celebración es siempre Jesús, el Cristo: su encarnación, su vida, sus palabras y acciones, su entrega en la cruz, su Resurrección, su Ascensión. Todo esto decimos que es el Misterio Pascual.

Llamamos, pues, Misterio Pascual, en general, a todo lo que realizó Cristo en su vida. Sin embargo, normalmente, cuando hablamos de Misterio Pascual nos referimos a lo más básico y fundamental de toda su vida: a la entrega total en la muerte y al sí del Padre, al paso de la muerte a la vida, que es el resumen y culmen de toda la vida de Cristo. Misterio Pascual, es pues, en resumen, su muerte y resurrección.

¿Por qué llamamos a todo Misterio Pascual? Porque todo lo que realizó Jesús en su vida era ya salvífico. Anticipaba la fuerza de su Misterio Pascual. Anunciaban y preparaban aquello que El daría a la Iglesia cuando todo tuviese su cumplimiento en la resurrección. Todo es salvífico en Cristo, puesto que Él es la salvación.

Pues bien, el Misterio Pascual como comunidad del Teologado ha sido un motivo de la celebración litúrgica de la Iglesia. Por tanto, lo que dijo y realizó Cristo es fuente, fundamento y motivo de la celebración litúrgica y hemos celebrado en las siguientes maneras:


Celebramos en comunidad

Desde lo humano, tiene un motivo, hay un acontecimiento original, algo que se ha sido vivido y ha producido alegría, algo que ha hecho bien a la persona humana: el cumpleaños del Hno. MATTEWS MWABA hoy 4 de abril de 2021 ha sido una doble alegría (el don de la vida y la resurrección) un día lleno del amor para siempre.

La celebración no sólo hace participar a una comunidad en un acontecimiento de salvación, sino que se convierte en un programa de vida. La celebración se manifiesta como un motivo de compromiso vital. Lo cual quiere decir que los cristianos vivimos lo que hemos celebrado. La salvación de Cristo no es para el momento de la celebración, sino para toda la vida.

Celebramos en un lugar


Hemos celebrado en nuestra Capilla. Nosotros también cuidamos el lugar de celebración. Además, hemos dedicado una atención especial al espacio interior, que debe servir para reunir la comunidad en un ambiente que facilite el desarrollo normal de la liturgia y de la oración personal.

Nos Toca en Nuestros Sentimientos.

Concentra la atención en la Palabra y en el Cuerpo de Cristo. Aceptamos su Palabra y comemos su Cuerpo.

Todos los elementos que allí usamos para celebrar (cantos, palabra de Dios, oraciones, mesa-altar, ambón, sede, pan, vino, etc.) nos comunican un mensaje: que Dios se acerca a nosotros y se entrega. Nos transforma. Salimos renovados, salvados, liberados, con ganas de vivir como cristianos.

La Celebración no se Puede Expresar

Externamente no pasa nada: Dios se ha acercado, se nos ha dado, pero si nos preguntan qué hemos sentido, qué hemos vivido, se nos hace difícil y complicado expresarlo en palabras. Además, cuando una celebración se razona, pierde gracia y, entonces tenemos una celebración fosilizada, muerta, manipulada. Es decir, reducida a un mensaje ideológico.

Celebrar es hacer Fiesta

Hemos hecho la Fiesta porque la resurrección de Cristo es la garantía de todas nuestras pequeñas resurrecciones o victorias sobre los fracasos, pecados y desesperanzas. Fiesta porque el Señor sigue actuando hoy y aquí; porque no nos abandona, sigue siendo el "hoy perpetuo", sigue siendo fiel a su Amor.

Fiesta porque una semana más reforzamos nuestra fraternidad, porque somos hermanos, miembros de su Cuerpo. Celebramos encontrarnos con los hermanos. Celebramos el entregar nuestros bienes para los que no tienen. Todo lo que vivimos en la Eucaristía es motivo de alegría. Por eso cantamos. Para expresar nuestra alegría, el amor de Dios. En la Eucaristía no cantamos para distraernos, para no aburrirnos.

Resumiendo

Celebrar es volver a recrear, a repetir, a compartir experiencias vividas que han sido y son significativas. Y la vida es rica en situaciones, acontecimientos, experiencias, vivencias que merecen la pena celebrarse.

Se celebra aquello de lo que se está satisfecho, orgulloso, porque ha nacido de nosotros mismos. La celebración libera horizontes, amplía la imaginación, ensancha los sentimientos, sumerge en experiencias gratuitas, de contemplación, de silencio elocuente, de comunicación no verbal.

La vida, nuestra vida de cada día, está llena de celebraciones pequeñas o grandes, de gestos rituales, de protocolos: desde el saludo más o menos formal ("celebro encontrarte, amigo") hasta el leer aquella página una y otra vez del libro que sólo tú conoces, escuchar tu música preferida, o descansar en aquel lugar de la casa que es remanso de paz y cuyos recuerdos y vivencias configuran de alguna manera tu propia identidad.

Conclusión: El hombre es celebrativo por naturaleza

La persona tiene el don, el regalo, la capacidad y la grandeza de volver sobre su acción. Es un privilegiado. No es algo adquirido por educación, pero se necesitan ojos para ver, oídos para escuchar, corazón para sentir. En definitiva, celebrar es descubrir dentro de nosotros pozos de creatividad y fecundidad.

 

NSINGA., Robert, Mccj

4 de abril de 2021

1 de abril de 2021

El Grupo del Mons. Oscar Romero y Santa Teresita del Niño Jesus

 

 YEISON, MATTEW Y DAVID
En este mes de marzo, el grupo del Mons. Oscar Romero y  Santa Teresita del Niño Jesus celebró su patrono en el marco de la conmemoración del Aniversario del asesinato de Mons. Romero. Es importante reafirmar la actualidad de Mons. Romero en estos tiempos tan necesitados de referentes culturales y morales de envergadura. Además de la pretensión de reafirmar la vigencia su vigencia como referente moral y cultural para El Salvador como gran patriota, pastor, hombre de fe y servidor de los humildes.
"Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la vida humana", dijo el 16 de marzo de1980, pocos días antes de su muerte, defendiendo su mensaje evangélico de que debía cesar la violencia que causaba víctimas entre "los hermanos de aquellos que empuñan las armas".

Monseñor Romero, Un signo de Esperanza.

Definitivamente, marzo es el mes de Monseñor Oscar A. Romero. El Arzobispo asesinado el 24 de marzo de 1980 nos convoca siempre a reflexionar no sólo sobre su pensamiento y obra, sino a valorar y recuperar su legado, en una época distinta a la suya, pero con desafíos igualmente importantes e impostergables en estos tiempos de enfermedades y desesperanza (Covid-19).

Ciertamente, de Monseñor Oscar Romero se pueden decir muchas cosas. Y la más radical es que Mons. Romero es lo más importante que le ha sucedido a El Salvador en el siglo XX. Peor para quienes no quieren o no pueden por su ceguera ideológica o por su ignorancia darse cuenta de ello. Peor para quienes no quieren o no pueden darse cuenta de lo terrible que fue su asesinato.

Los valores de Mons. Romero

Desde el asesinato de Monseñor Oscar Romero, el 24 de marzo de 1980, este mes se ha convertido, año con año, en un espacio para la reflexión, el recuerdo y la actualización del legado del Arzobispo mártir. Se trata de un legado, el suyo, rico en implicaciones de todo tipo: socio-políticas, históricas, educativas y morales.

Creo necesario y urgente reflexionar sobre los valores que Mons. Romero abanderó y que marcaron su desempeño como Arzobispo de San Salvador en los convulsivos años setenta hasta su muerte, en marzo de 1980. Los valores en Mons. Romero, es una preocupación por el deterioro de referentes morales fundamentales que acusa nuestra sociedad, en sus diferentes ámbitos privados y públicos.

Y es que los valores de Monseñor Romero que me interesa destacar son esos valores fundamentales de su que hacer como pastor y como ciudadano consciente de sus obligaciones en un país atravesado por graves conflictos y desigualdades socio-económicas.

      Conciencia de las propias obligaciones ante los demás.

Este es el primer valor que yo veo en Mons. Romero. Los valores son un asunto de conciencia, es decir, de convicción íntima acerca de lo que es bueno y malo, humano e inhumano. Poseer la convicción de que estamos obligados ante los demás sus problemas, necesidades, miserias constituye un valor de primera importancia. Un valor que Mons. Romero poseyó sin lugar a dudas y que se tradujo en una praxis de compromiso con los otros.

La dignificación de los otros, especialmente de las víctimas de abusos de los poderosos.

La obligación con los demás (con los otros) tuvo en Mons. Romero una clara dirección: trabajar por su dignificación, lo cual suponía un compromiso con su humanización. Mons. Romero privilegió, en su labor humanizadora, a quienes eran violentados en su humanidad por estructuras de poder injustas y excluyentes. No es otro el sentido de la expresión “opción preferencial por los pobres” que Mons. Romero –inspirado en Medellín y Puebla hizo suya y tradujo a la realidad salvadoreña.

  La búsqueda de coherencia entre la palabra y la acción.

Nada más difícil que esa coherencia, sobre todo en los tiempos actuales cuando está de moda obrar de espaldas a lo que se predica. Mons. Romero se esforzó por hacer que su predicación sobre la dignificación de las víctimas no fuera sólo retórica, sino que su quehacer pastoral estuviera en sintonía con aquélla. Eso tuvo costos para él, siendo el mayor de ellos la pérdida de su vida. Y es que la coherencia entre palabra y acción, cuando ambas apuntan a lograr una mayor justicia, está mal vista por los poderosos de todos los tiempos. Por el lado contrario, la incoherencia es bien vista y, más aún, es fomentada a través del chantaje y los favores económicos y políticos.

Mirar la realidad del país desde quienes están en peor situación, es decir, desde las víctimas.

Lo normal en la época de Mons. Romero (y en la nuestra) es que desde los círculos de poder económico, político y religioso la realidad se viera desde quienes estaban en la cima de la pirámide social. Mons. Romero hizo lo opuesto y desafió a los poderosos a que miraran a las víctimas y que desde ellas juzgaran al país que teníamos. Por supuesto que no lo hicieron; pero Mons. Romero lo hizo y su juicio fue severo: El Salvador estaba edificado sobre la miseria y la exclusión de la mayor parte de sus miembros. El país construido desde los intereses de los poderosos era un país inhumano.

Enjuiciar la realidad nacional con una palabra firme y clara.

 En nuestro tiempo otra de las modas es la ambigüedad en lo que se dice, no sólo para ser “políticamente correctos”, sino para quedar bien con todos y que nadie pueda reprocharnos una expresión ofensiva o cuestionadora. En tiempos de Mons. Romero, la moda no era la ambigüedad en lo que se decía, sino la proclamación contundente de mentiras sobre la pobreza, la violencia y la injusticia. Mons. Romero, a sabiendas de que afirmar lo contrario a lo proclamado por los poderes de turno era peligroso, lo hizo. Sin ambigüedades, llamó a las cosas por su nombre y lo hizo de tal forma que todos entendieron lo que quería decir.

Por último, no ambicionar poder y riquezas.

No se tiene que perder de vista que Mons. Romero estuvo la cúspide del poder católico nacional. Desde ahí, el acceso a bienestar material, privilegios, bienes y demás cosas que simbolizan una vida placentera estaban al alcance de su mano. Lo más fácil y que pocos hubieran visto mal era optar por los privilegios del cargo y trabajar por escalar más en la jerarquía de poder eclesial internacional. Pero este buen hombre no hizo eso; no pensó que tener riquezas, privilegios y poder fueran una opción de vida para él. No sé cómo verán a Mons. Romero quienes creen que lo que se tiene que buscar en cualquier cargo público es la acumulación de riquezas, pero desde un punto de vista ético su lección es mayúscula: envidiar a los ricos y querer ser como ellos no es bueno ni recto, pues eso es una bofetada a quienes –una mayoría de salvadoreños viven en la miseria y en la exclusión.

En definitiva, Mons. Romero fue un hombre de sólidos valores humanos y humamizadores. Los valores de él que he destacado nos son ajenos o por lo menos sólo son cultivados por un puñado de gente de buena voluntad, gente a la que se suele ver como idealista, ingenua y al margen del pragmatismo imperante hoy en día. Sin embargo, de lo que se trata es de reivindicarlos como algo necesario para construir una mejor sociedad, en la cual el oportunismo y el aprovecharse de los demás sea algo inaceptable en la conciencia de cada cual.

NSINGA., Robert, Mccj

30 de marzo de 2021

El Grupo de Santa Josefina Bakhita


Al regresar de la misión de verano, el grupo de Santa Josefina Bakhita celebró su patrona Mártir africana, doctora del perdón con toda la comunidad lleno de alegría, esperanza, fe y entusiasmo.


¿Quiénes somos?

 Somos de la promoción de 2017/18

KOKU, ETABO, IDRO, MARIOSE, NSINGA, Y NZUKA.

¿Por qué Santa Josefina Bakhita?

Como madre nos acompaña y nos enseña a vivir fielmente a nuestra vocación.

¿Quién es santa Josefina Bakhita?

Fue la suya una vida en la que se manifestó la fuerza de la gracia de Dios en medio de enormes dificultades. El terror a que se vio sometida cuando todavía era una niña llegó a hacerle olvidar su procedencia y hasta su propio nombre. Se sabe que nació en el Sudán, en el África Nororiental, hacia 1869-1872. Sus padres eran oficialmente musulmanes, pero, de hecho, practicaban la religión animista. Cuando tenía unos seis o siete años de edad fue capturada por comerciantes de esclavos, como lo había sido tiempo antes una hermana, mayor que ella. Metida entre la multitud de esclavos no pudo recordar cómo se llamaba; por ironía o sarcasmo la llamaron Bakhita, que en el dialecto de sus raptores significaba Afortunada o Dichosa.

El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Le impusieron los nombres de Josefina, Margarita, Fortunata Bakhita. Hasta su contacto con el cristianismo no había dado su nombre a religión alguna, pero se dejaba llevar por el testimonio de su alma "naturalmente cristiana".

Su acercamiento a la vida cristiana lo atribuyó a una peculiar gracia de la divina providencia, y a la intercesión de la Santísima Virgen María. Pidió insistentemente y obtuvo ingresar en el Instituto de Hermanas Canosianas. Finalizado el noviciado, profesó el 8 de diciembre de 1896.

Fue enviada a la casa que tenían en Schio, en la diócesis de Vicenza, y allí se ejercitó en los oficios de cocinera, portera, sacristana y enfermera de soldados. En todas estas ocupaciones se ponía de manifiesto su virtud egregia, particularmente su limpieza de espíritu, plena renuncia a la propia voluntad, humildad y caridad ferviente para con Dios y el prójimo.

Durante dos años (1933-1935), por obediencia, prestó su ayuda a las misiones del propio instituto recorriendo las casas de la congregación en Italia, no sin incomodidad que soportó con espíritu ecuánime. Volvió a la casa de Schio, donde permaneció hasta el fin de su vida.

Como consecuencia de los malos tratos que había recibido, soportó muchas enfermedades, pero tales dolencias le ayudaban a revelar sus virtudes. Llevó siempre una vida humilde y completamente rendida a la voluntad de Dios y a la regla que había profesado. Pobre de espíritu, misericordiosa, limpia de corazón, pacífica, amante de la oración, devota de la Santísima Virgen. Para todos los que la conocieron fue un fúlgido ejemplo de fidelidad al Evangelio y a la Iglesia de Cristo.

Murió el 8 de febrero de 1947, dejando tras de sí no pequeña fama de santidad. Los primeros pasos del proceso de beatificación y canonización se dieron entre 1955 y 1958. Juan Pablo I mandó publicar el decreto de virtudes el 22 de septiembre de 1978. Fue beatificada por Juan Pablo II el 17 de mayo de 1992, y canonizada el 1 de octubre de 2000.

Aprender del ejemplo de Santa Josefina Bakhita

El 8 de febrero es importancia de la “sensibilización sobre la situación de las personas que sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa de la trata de seres humanos”. Es una tarea urgente y esencial para los cristianos de hoy, la sensibilización sobre la situación de las personas que sufren pobreza y explotación, especialmente de los que son presa de la trata de seres humanos”.

La fiesta de Santa Josefina Bakhita, patrona de las víctimas de la trata de seres humano, “ella conoció por su dolorosa experiencia personal la realidad de la esclavitud y sus consecuencias violentas y humillantes. Y, sin embargo, por la gracia de Dios, llegó a conocer la verdadera libertad y la verdadera alegría”.

“Su santidad de vida es un llamado no solo a enfrentar con mayor determinación las formas modernas de esclavitud, que son una herida abierta en el cuerpo de la sociedad, una llaga en la carne de Cristo y un crimen contra la humanidad, sino también aprender de su gran ejemplo”. Santa Josefina Bakhita “nos enseña cómo dedicarnos a los pobres con ternura, delicadeza y compasión”.

Virtud de la Esperanza

Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Pero para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza resulta ya casi imperceptible (casi inapreciable). El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez a este Dios de la esperanza.

Por fin, fue comprada por un mercader italiano para el cónsul Calixto que volvió a Italia. Aquí, Bakhita llegó a conocer a Jesucristo, su “Señor bueno”, su “Dueño amable”, la Bondad en persona. Aquí se enteró de que este Dios la conocía, la esperaba, la quería… Y se sintió amada y respetada. En este momento tuvo esperanza, la gran esperanza: “este gran Amor me espera, por eso mi vida es bella, pase lo que pase”. Pero la esperanza que había nacido en ella, no podía guardársela para sí sola; esta esperanza debía llegar a muchos, debía llegar a todos”.  Por la intercesión de Santa Josefina Bakhita y la fuerza que solo el Espíritu Santo puede dar nos de la esperanza.

NSINGA., Robert, Mccj



26 de diciembre de 2017




LA INFLUENCIA DEL PARTIDO EN LOS PERUANOS
En el Perú, dos días antes del partido entre el equipo nacional de Perú y Nueva Zelanda, en los periódicos, las radios, las televisiones y  las conversaciones, el tema era sobre el fútbol. Los peruanos estaban unidos deseando el éxito del equipo nacional. En los colegios, las universidades, lugares  de trabajo, lugares sociales y las casas, las conversaciones eran sobre fútbol. Ellos olvidaron sus desafíos diarios y otros problemas que afectan a su país. Con el fútbol se unificaron en ciudades y  en la sierra, que llevo´ a conversaciones animadas en todo el país. Se unieron por la alegría y el orgullo por su país y el equipo nacional. Unidos por canciones y mensajes en los lugares sociales. Fue como un renacimiento que no fue solamente para el Perú sino para los países latinoamericanos que lo apoyaron.
El día del partido, ví  a los jóvenes y a los mayores, y también perros y gatos, que vestían con las camisetas del equipo nacional, agitando pancartas y banderas. Yo creo que el partido fue muy importante para formar y mantener una amistad fuerte. Esa amistad perdurará  en el país. Los padres están formando a sus hijos para ser nacionalistas y en el futuro van a ser admiradores verdaderos de su país así como tener una amistad fuerte entre ellos.
Veinte minutos antes del partido, nadie estaba en las calles. Ellos estaban  frente a los televisores en la casa o en lugares públicos, mientras que otros estaban en el estadio nacional para apoyar a su equipo y que ellos describieron como “el jugador número doce”- que era esencial para éxito del equipo, y sus rituales estaba en los cánticos, las canciones, agitando pancartas y banderas. Lo motivaron con sus rituales y a la misma hora intimidaron a los jugadores de la oposición. Los rituales ayudaron para formar un fuerte sentido de pertenencia. Ellos estaban alegres como como miembros de una patria. Para ellos que estuvieron muy importante fue su país y el equipo nacional.
El partido fue asociado con la pasión, la emoción, y la dedicación. Eso fue evidente cuando el equipo del Perú gano´. Ellos se adueñaron de las emociones, las lágrimas fluían en sus mejillas. Igualmente los que estaban frente a televisores con que los estaban en el estadio nacional. Ellos lloraban pensando en sus fracasos pasados. Lloraban por la felicidad y la alegría de participar en la copa mundial después de treinta y cinco años. Lloraban cuando pensaban en las experiencias pasadas de un país dividido. Lloraban cuando pensaban en el presente y la fuerte amistad que las unida en todo el país.
Por eso, el partido fue la mejor terapia para sus abatimientos. En analogía, las lágrimas de cada persona en la familia hizo el chorrito. Los chorritos de cada familia en el departamento formó un río que en él fluyó. Los ríos de cada departamento se unieron para formar un mar de lágrimas que ha redimido al Perú como el país de las injusticias sociales pasadas.
 Evans 

7 de noviembre de 2014

"...la misión también esta en América"

La misión también está en América


















“Si tuviera mil vidas las daría por la misión”. Estas palabras de San Daniel Comboni, siempre me han llamado la atención desde el momento que las leí por primer vez en la revista “New People” el año 2003, año que nuestro fundador era canonizado. Gracias a Dios, actualmente soy parte de esas mil vidas que alguna vez profetizó. Mi nombre es David Khayesi Ahiro y soy Keniano. Hace cuatro años que llegué al Perú, para estudiar la teología. Y ahora que estoy a punto de regresar a mi país, quiero compartir con ustedes lo que he aprendido acá. Después de vivir en el Perú todo este tiempo, puedo decir que es un país que tiene lugares de misión. Quiero dar gracias a Dios por los momentos compartidos de la palabra de Dios con el pueblo peruano, desde niños hasta adultos mayores, en las tres regiones del Perú: Costa, Andes y Amazonía.


Chorrillos



Todos los fines de semana acompañé la comunidad cristiana de San Pedro en Chorrillos. ¿Qué hago en este lugar? Nada grande. Lo que siempre realicé fue el acompañamiento a la comunidad, tratando de animarla. Tenemos diferentes grupos que llevan la Palabra de Dios, grupos infantiles y juveniles, como la Infancia Misionera, que llegan a los niños. Considero que ellos son nuestra esperanza para la Iglesia de mañana. 




Los catequistas, que son jóvenes, dan mucho de su tiempo a la Iglesia, ese compromiso siempre me llamó la atención. Son estudiantes, tienen que trabajar para cubrir sus gastos y a pesar de ello tienen tiempo para preparar sus temas y enseñar a los nuevos miembros de la Iglesia. En la parroquia de la que provengo, es difícil encontrar catequistas jóvenes. La mayoría son adultos que tienen familias. Verdaderamente siento que la misión de llevar el Evangelio, recibido de Jesús en Mt 28,19-20, “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado”, es para todos. También, acá en esta comunidad chorrillana, hay otros grupos que acompañan a la gente en el caminar de su fe católica, como son; ayuda fraterna, pastoral de salud, pastoral familiar, entre otros grupos más. Todos trabajan para una causa común, que es la construcción del reino de Dios.



Sierra


















He tenido la dicha de ir a los Andes dos veces. Nuestra presencia en San Miguel de Cauri, en el departamento de Huánuco, fue algo importante pues dimos lo mejor que teníamos, a Cristo, quien llevamos en nuestros corazones para transmitirlo, no sólo de palabras, sino sobre todo en nuestro compartir diario. Eso es lo que cumplimos en nuestra experiencia de misión de verano. Los rostros de los niños y la dedicación de las familias nos alientan. Hubo duras y pesadas cruces, pero, estas no nos intimidaron ni nos quitaron las ganas de seguir firmes y decididos. Comboni, nos decía que “todas las obras de Dios nacen y crecen al pie de la cruz”. Todas las dificultades las llevábamos al Señor en nuestra pequeña capilla donde estaba el santísimo.


















Nuestro trabajo pastoral se basaba, sobre todo en visitar enfermos, familias en general, dando prioridad a las que atravesaban algún problema o sufrían de violencia doméstica, estas visitas eran aprovechadas para invitarlos a participar en la Santa Misa de los días domingos. Otro momento fuerte era la catequesis, donde preparábamos a niños y adultos, para recibir los sacramentos del Bautismo y Primera Comunión. San Miguel de Cauri ha sido un lugar verdaderamente de misión. Invito a todos para visitar este lugar, al pie de la cordillera y aprovechar en conocer los lugares que tiene, como por ejemplo, la laguna de Lauricocha.



Selva






Este año, me enviaron para la experiencia de verano a Nuestra parroquia, San Martin de Pangoa, otro lugar apropiado para realizar la misión. En este lugar la Iglesia está en crecimiento. Falta personal. Visité un pueblo que está ubicado a la orilla del río Ene, zona del VRAE. Para viajar a este lugar hay que hacerlo en un bote por 14 horas. El pueblo de Tununtuari, no tenía nada. Tuvimos que empezar desde cero. 


















No hay capilla, no existen grupos organizados, ni catequistas. Nuestra tarea fue formar la comunidad cristiana y conversar con algunas personas que pueden ser referenciales, para la creación de grupos cristianos. De igual forma visitábamos las familias, dictábamos clases a los niños de lunes a viernes. Las personas son cariñosas. Al final tuvimos la bendición de celebrar dos Bautizos y una Primera Comunión. Esta es la experiencia de misión que hablaba nuestro fundador. A veces pensamos que la misión para los combonianos es sólo África. Eso no es verdad. La misión también está en América.

















Esco. David Khayesi Ahiro, mccj

11 de marzo de 2014

VISITA A LA COMUNIDAD LMC de RONDOS (PERÚ)

Pequeña crónica de una grande historia


En el mes de febrero he tenido la oportunidad de visitar a los hermanos Lmc, Daniel peruano y Lety mexicana en la sierra central del Perú, en el Distrito de Rondos, Provincia de Lauricocha, Departamento de Huánuco. Es una región netamente agrícola donde se producen  principalmente papas, habas, maíz y se cría ganado. Es famosa para la producción de queso también.

Ya son unos años que está presente una comunidad de Lmc , desde setiembre del año pasado están Daniel y Lety y a fines de febrero de 2014 se incorporará al equipo la Hna. Brasileña Scharliman.  Así se completará la comunidad internacional.

Estamos a los 3600 metros de altura, la  vegetación es escasa (eucaliptos y quinuales), y pocos cientos de metros más arriba desaparece por completo. Es temporada de lluvia en la sierra, agua por todas partes,  todo verde y lodo en abundancia. Las carreteras……un desastre y trasladarse es una aventura. Es una zona de huaycos (derrumbes) frecuentes.


El mirador, de una belleza imponente


La altura es cosa seria, el oxígeno es más raro, y muchas cosas se complican: la digestión, el esfuerzo físico, el descanso. Pasé 4 noches allá arriba y no son muchas las horas que he podido dormir bien…..vueltas y vueltas en la cama, uno se siente como que se está asfixiando y por muchas ovejas que se cuenten…..que larga se hace la noche. Yo ya sabía porque soy un veterano de la sierra, pero aguanté con gusto porque quería visitar a los hermanos. Mi respeto y admiración para los hermanos  que pasan por allá unos años de su vida, por amor a dios, por amor a esa porción del pueblo de Dios, por amor a la vocación misionera que los ha llevado hasta allá.

Una calle del pueblo de Rondos

He notado inmediatamente como la gente saluda a los hermanos, conoce su nombre, aprecia su presencia sencilla y solidaria. Y los niños ni hablar, aquí también como en todas partes son los más alegres y participativos…..a cada rato se escucha alguien que grita: hermano, hermana…que bonito.


La parroquia comboniana de Baños, abarca toda una provincia, compuesta por 7 distritos. Son 2 padrecitos y un hermano y a Rondos llega el P. Eliseo (Togo) para la celebración de la eucaristía. Con él están un padrecito italiano ya mayor, P. Lino y un hermano religioso español….vaya internacionalidad…resulta que son 6 personas de 6 países diferentes, el milagro del evangelio y del carisma comboniano.




p. Sergio (el de bigote), Daniel (Lmc P), Ermelinda, catequista de Rondos y brazo derecho de la comunidad LMC, y Lety (Lmc Mx)


Trabajo hay de sobra: evangelización (celebraciones de la palabra, visita a los enfermos, visitas a escuelitas para dejar un mensaje de fe y esperanza a los niños, catequesis etc…..y promoción humana: biblioteca, nivelación escolar, vacaciones útiles, talleres de cocina y manualidades, ludoteca  para los chiquillos etc… van de la mano, siguiendo el ejemplo de S. Daniel Comboni.


Daniel con unos chiquillos, miren sus mejillas….es el frio de la altura.

En Rondos se está escribiendo una página de evangelio, sin tocar la trompeta. Estando allá recordaba muchas palabras de la  sagrada escritura hechas carne viva: hay más alegría en dar que en recibir…..ni un vaso de agua que se da en mi nombre a alguien que tenga sed, será olvidado…. gracias Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y poderosos y las has revelado a los pequeños…dejen que los niños vengan a mí…quien pierde su vida por mí y el evangelio la salvará…...


Scharliman, Lmc de Brasil, la última a la derecha

Definitivamente, es una pequeña grande historia de amor, hay tantas…en una de las tantas periferias existenciales de este mundo. Una historia que  hace de este mundo un lugar más bello, más fraterno, más solidario, para los que han sido olvidados por los grandes de este mundo pero  están muy cerca del corazón de dios, el Padre bueno de todos.












p.Sergio, mccj