UNA SONRISA DE
CONFIANZA EN DIOS, DESDE LA ARENA
El Señor es mi fuerza
y mi salvación ¿De quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida. ¿A quién habré de temer? (Sal 27, 1). Esta misma fuerza,
esperanza y alegría en Dios, está presente en Sebastiana, una mujer que tantos golpes
le ha dado la vida, pero ha sabido encontrar en su propio interior la fuerza de
la presencia viva de Dios. Esa misma fuerza con la que ha logrado romper las
rocas de su pequeño terreno para hacer realidad el sueño de su vida: construir
su casita para ella y su querido hijo Leonardo.
Desde su infancia,
Sebastiana ha tenido que luchar sola para salir adelante. A partir de los 14
años salió de un pueblo lejano de Puno y llegó a Lima en busca de un futuro
mejor. Toda su adolescencia creció trabajando en casa de familia, sin mayores
oportunidades para estudiar y superarse.
Hoy vive en un
precario cuarto construido de madera y plásticos, en Chorrillos, concretamente en
San Genaro II, Nueva Caledonia, zona de asentamiento humano en la parte alta
del cerro, lleno de arena y rocas. Allí adquirió un terreno con los pequeños ahorros
que fue juntando, fruto del sudor de su trabajo durante tantos años. Actualmente vive con su
único hijo Leonardo, que tiene 24 años, y trabaja manejando taxi; lamentablemente el propietario del
taxi, le exige trabajar más de 12 horas diarias, y lo poco que el paga escasamente
le alcanza para comprar la comida de él y de su mamá, pero algunas veces ni
para la comida consigue.
Ella, por su edad y problemas de salud, son pocas
las posibilidades de obtener un trabajo seguro. Ahora labora pelando ají; por
cada saco que pela, gana tan solo un sol. No puede salir casi de su vivienda
que es insegura. Una situación muy triste que le ha sucedido hace unos años
atrás, mientras que ella trabajaba, le robaron las cosas de su humilde vivienda, dejándola sin nada.
El sueño mas
grande, y que tanto le pedía a Dios, era el de poder reconstruir su cuarto y
ampliarlo con material más fuerte que le permitiera vivir en condiciones segura
y más digna.
AUTOR DEL ARTÍCULO
Hace 10 meses,
con una sonrisa y confianza en Dios que brotaba espontáneamente de su interior,
me dijo (cito textualmente sus palabras): “Algún día Dios me va a
conceder tener mi casita para poder
disfrutar, compartir con mi hijo y las
personas que me visiten, aunque sea un agüita con pan, pobre, humilde pero con
mucho amor y cariño porque mi casita tendrá siempre dentro un corazón grande
para acoger a todos”.
Hoy este sueño
es realidad, gracias a un grupo de personas generosas con gran espíritu solidario,
han ayudado a construir su casita con un material más fuerte. Ella no deja de
darle gracias a Dios porque la ha escuchado y le ha bendecido con este regalo.
Sebastina es un
trozo del evangelio actual de Jesús, una mujer madre soltera, habitada por la
confianza, la fe y la alegría; su verdadera dicha y riqueza está en Dios “Dichosos
los que reconocen su necesidad espiritual, pues el Reino de Dios les pertenece”
(Mt: 5,3).ella ante los problemas se mantuvo confiada y nunca perdió la
esperanza en Dios. Hoy su Alegría es inmensa, no solamente por tener una casita,
también porque a través de este regalo se ha manifestado la fidelidad del amor
que Dios tiene con sus hijos, que nunca deja de darnos lo mejor, no lo que
muchas veces queremos, sino lo que él desea para que nuestra felicidad sea
completa.
Su testimonio es
para nuestra sociedad actual, un signo real del Evangelio de Jesús lleno de
esperanza y confianza en Dios. Él camina con nosotros, nuestros dolores son sus
dolores, nuestras alegrías son sus alegrías.
Jaider Hernán
Pinzón, MCCJ.